¿Cuántos rastros han dejado? ¿Cuántas cicatrices no se han
curado? ¿Cuánto daño podemos recibir antes de morir? ¿Cuánta alma podemos sacar
fuera de nuestro cuerpo? ¿Cuántas preguntas podemos hacer antes de enloquecer?
Los capítulos de un libro cerrado se unen, todo está unido…
Blanco es el mar, como un mar de nubes, remolinos nadan en
todas direcciones llevándose los cuerpos celestes, carbones, y deseos…Infinito
abismo níveo…
Un lobo blanco, grandes colmillos, en la cima de una montaña
nevada desafía al escalador.
Alas, alas, dolor, un profundo deseo de volar, de soñar, de
explotar, una decisión sin marcha atrás. Confianza en el Misterio. El colmillo
blanco crece, la altura está más cerca. El suelo más lejos. Los demonios se
cuelgan de los tobillos y susurran. Algunos revolotean impulsados por el miedo
de perder su segura oscuridad.
La nieve brilla y quema. Un aullido fraterno y protector
atraviesa la blanca noche como un águila imponente.
El viento gélido abre las ventanas del Misterio y nos eleva
hacia las corrientes de la blanca noche.
¡Qué viva está la sangre en este cuerpo! Hay un deseo de saltar
hacia el abismo más deslumbrante, hacia la blancura impenetrable, hacia el mar
de los sin fines, hacia las galaxias milenarias, hacia mí.
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