viernes, 4 de marzo de 2016

A Propósito Del Odio

Crear a partir del odio. Pero, ¿Hay potencia en el hombre con odio? ¿El odio no encierra, limita, centraliza la atención en un estrecho panorama?
 El ser humano con su infinita potencialidad creadora ¿Qué puede lograr a partir del odio? Pregunto porque me intriga la respuesta. No estoy predicando una razón práctica, una conducta moral o el “deber ser” del alma. Lo que quiero saber es qué hacer con este sentimiento.
Dado que no puedo negarlo ni reprimirlo, o eliminarlo de alguna manera (ni con tiempo); y, llegado -en esta cuestión- en donde me encuentro, pienso: acepto la situación y saco el mayor provecho de ella hasta que la misma termine conmigo.
Entonces (como se escucha decir que los artistas crean a partir de trágicos desenlaces y demoledores estados mentales), yo ¿Puedo crear con este odio? ¿Es realmente un buen arengador? Bastaría con probar. Es muy probable –puesta la intención- que algo saldría ¿Y porque no? Hasta una excelente obra podría ser concebida.
Pero lo que realmente pregunto es otra cosa, si no fuera así, ya estaría en pleno proceso creador. Lo que pregunto es: ¿Cuál es el mejor estado para crear? ¿Existe el estado –mental, anímico, físico, espiritual- ideal para dicha acción? ¿O cada momento de la vida nos da una oportunidad única e ideal para expresarnos con autenticidad y belleza? Quizás deba buscar la calma que vacía al cuerpo y lo coloca en un estado receptivo y contemplador que tiene una energía ilimitada y cree que cualquier éxito está a su alcance con solo pensarlo e intentarlo. Pero ¿Cómo hallo esa calma? ¿Realmente existe?
Aunque quizás no tenga sentido buscar una respuesta a esta incertidumbre. Después de todo solo hay lugar en mi alma para el odio, ciego odio, que terminará ahorcándome. Se irá únicamente al final cuando revienten mis venas de mi cuerpo enrabiado. Se expulsará al estallar en mi sien y correrá con mi sangre. Un hermoso espectáculo. Mi único deseo -si así terminará todo- es reventar con tanta fuerza que no soporte ni una célula de mi entero cadáver, que el grito desfigurado que se aloja y golpea mi estómago ocupe todo el despreciable espacio y se esparza hasta en el vacío. Sentir la frescura y reírme de mí mismo, de mi estúpida y lamentable alma, de mi pobre y condenado pedacito de tiempo en este lúgubre mundo decadente.
 Mientras tanto, supongo, optaré por crear con enorme violencia y desencajar más aun a este mundo y a su asquerosa progenie, hasta que llegue el día liberador. Morir es la última creación, debo hacerlo bien. Morir es la última oportunidad para hacer algo bien. Sin espectadores, que se resienta en el hueco de la tierra, y circule por el campo de la energía llevando rigidez paralizante y quebradiza, quitando vida e inspiración. Que deambule agarrotando y estrangulando. Preservándose el deseo cruel y flagelante detrás de cada minúscula partícula, como una resentida antimateria.
Crear y morir. Morir creando. Matar la pasión, la voluntad creadora y la muerte vivificante. Asfixiar al movimiento. La suspensión de la volición como única ley cósmica, el deseo quieto, la muerte estática…la peor de las muertes…la que no termina de morir. Irresolución. Crear con la carne separada y las tripas dibujando un odio perverso. Crear muriendo la peor creación, matando, imponiéndose, el horror de la quietud, la muerte, la muerte patética, lo terminante, ciego, la tensión que aguijona….morir…morir sin, observo la infamia biliosa…afuera….y dentro….la muerte….no puedo más.

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